Quise decirte que eras tú… Que eras tú mi sueño hecho realidad. Quise decirte que eras maravilloso, pero dejaste de escuchar… Quise decirte que te quiero cerca y tú, justo en ese momento, precisamente en ese instante te alejaste.
Quise decirte que ya no había más qué decir, pero me callaste con tu mirada. Con esa mirada que me decía a gritos: “Yo siento lo mismo que tú. Siento que nacimos para estar juntos, pero igual que tú siento miedo, siento miedo no sé si de herirte o de salir herido, no sé si de que esto pase o de que no pase como me gustaría. No sé si solo me queda el sin sabor de saber que de eso tan bueno no dan tanto o el temor de que si lo deseas demasiado la vida te lo regala”.
Cada una de esas palabras fue maravillosa. Cada frase ajustaba perfectamente a lo que yo también sentía en ese momento. Cada mirada fue un beso atrincherado que no se sintió culpable pero que siempre alimentaba el amor que se profesaban estas dos almas… Dos almas enamoradas, perdidas en una inmensa pasión cuyos cuerpos no han materializado porque el temor los ha congelado…
Quise decírtelo, pero preferí escribírtelo….
¿Si supieras que eres tú el protagonista de una historia que todos los días lees y el autor de un sentimiento que hace de esa historia un conjunto de sentimientos cada vez más grandes, seguirías ahí sentado sin hacer nada?, ¿Tomarías las riendas y le darías aún más sabor a esta historia?
Piénsalo… Y Hazlo
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