Hay un comercial del programa “Los Simpsons” en el cual Lisa, Bart y otros niños están viendo la ceremonia de entrega de los Premio Nobel. Lisa dice: “Silencio. Van a entregar el premio más pobre de todos: el de la paz”. En ese instante, Homero se sienta en el sofá y dice: “Mataría por ese premio”. Yo, en mi ignorancia y poco manejo que tengo de la ironía, asumo que ese comentario hace referencia al controversial ganador de la última versión de la entrega: Barack Obama, el primer presidente de los Estados Unidos que es “negro”.
Nunca me he caracterizado por un sentir un gran interés frente a temas de historia o hechos históricos y sociales (para la muestra un botón, esta nota trata de algo que pasó hace mucho). En fin, no me considero fanática de Los Simpsons, pero tampoco soy su opositora, pero en este caso, la imagen me parece injusta. Y la razón es muy sencilla: el Premio Nobel no fue entregado a Barack Obama por haber prometido retirar las tropas de Irak e incumplirlo al llegar al poder redoblando el pié de fuerza allá presente. Yo, creo que la cosa va más allá de lo que podemos ver. Y me gusta pensar que el premio fue entregado a toda la raza negra representados en este momento por la figura más representativa: Barack Obama.
Voy a fundamentar mi teoría: En el 2.010, la mayoría de los países latinoamericanos celebró el bicentenario de los gritos de independencia, de libertad no solo para los indígenas y mestizos, nacidos de violaciones y ultrajes, sino también para los esclavos, que eran tratados peor que animales.
En el mundo paralelo, en el que yo decido quién gana el premio Nobel de la Paz, Barack Obama se lo lleva como un reconocimiento a naciones tales como Haití, que logró ser la primera en librarse del yugo español gracias a la decisión de sus esclavos (negros). Ese premio es un reconocimiento para personajes como Malcom X, como Oprah, la primera mujer negra en tener su propio programa de tv, a Morgan Freedma, el primer afro descendiente en representar a Dios.
Para mí, este galardón es una forma de reconocer el poder que han logrado los afro descendientes que hasta hace unos años eran perseguidos y cazados como animales, por el legendario Ku Kux Klan, hecho que ha inspirado películas como “American History X”, o “Tiempo de matar”. Tanto es el poder que uno de sus descendientes, hoy lleva las riendas del país más “poderoso” del mundo, e indirectamente, las de sus aliados, opositores… En fin…
En mi “Isla Bajo el mar” no sólo soy capaz de comprender y justificar que Obama haya sido el ganador, sino que lo aplaudo.
En todo caso, lo importante es que no ganara Ingrid Betancur… Pero eso es argumento para otra nota…
Nunca me he caracterizado por un sentir un gran interés frente a temas de historia o hechos históricos y sociales (para la muestra un botón, esta nota trata de algo que pasó hace mucho). En fin, no me considero fanática de Los Simpsons, pero tampoco soy su opositora, pero en este caso, la imagen me parece injusta. Y la razón es muy sencilla: el Premio Nobel no fue entregado a Barack Obama por haber prometido retirar las tropas de Irak e incumplirlo al llegar al poder redoblando el pié de fuerza allá presente. Yo, creo que la cosa va más allá de lo que podemos ver. Y me gusta pensar que el premio fue entregado a toda la raza negra representados en este momento por la figura más representativa: Barack Obama.
Voy a fundamentar mi teoría: En el 2.010, la mayoría de los países latinoamericanos celebró el bicentenario de los gritos de independencia, de libertad no solo para los indígenas y mestizos, nacidos de violaciones y ultrajes, sino también para los esclavos, que eran tratados peor que animales.
En el mundo paralelo, en el que yo decido quién gana el premio Nobel de la Paz, Barack Obama se lo lleva como un reconocimiento a naciones tales como Haití, que logró ser la primera en librarse del yugo español gracias a la decisión de sus esclavos (negros). Ese premio es un reconocimiento para personajes como Malcom X, como Oprah, la primera mujer negra en tener su propio programa de tv, a Morgan Freedma, el primer afro descendiente en representar a Dios.
Para mí, este galardón es una forma de reconocer el poder que han logrado los afro descendientes que hasta hace unos años eran perseguidos y cazados como animales, por el legendario Ku Kux Klan, hecho que ha inspirado películas como “American History X”, o “Tiempo de matar”. Tanto es el poder que uno de sus descendientes, hoy lleva las riendas del país más “poderoso” del mundo, e indirectamente, las de sus aliados, opositores… En fin…
En mi “Isla Bajo el mar” no sólo soy capaz de comprender y justificar que Obama haya sido el ganador, sino que lo aplaudo.
En todo caso, lo importante es que no ganara Ingrid Betancur… Pero eso es argumento para otra nota…
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