Tengo miedo de él, de mí, de esto, de quererlo, de que él me quiera, de que nos queramos.
Tengo miedo de creerlo perfecto y que resulte ser como todos: Se aleje en el momento que más lo necesito y me deje sola. Sola conmigo misma, enfrentándome y diciéndome: ¿Ves? ¡Siempre tengo la razón!
Tengo miedo de la forma en que él me quiere, de la forma en que lo quiero, de la forma en que nos queremos.
Tengo miedo de su mirada, de su sonrisa... De esas cosas que nunca he visto a parte de las veces que las he imaginado.
De esa mirada que imagino debe ser pura y sincera... Transparente. De esa sonrisa que me parece debe ser como la de un niño; llena alegría, de inocencia y que debe reflejar lo maravillado que se siente por las cosas que suceden.
Tengo miedo de que esto pase sin haberlo disfrutado o lo suficiente o habiéndolo disfrutado demasiado.
Pero, por encima de cualquier cosa que me pueda atemorizar, tengo miedo de tener miedo. Porque por ahí dicen: Sólo aquello a lo que mas temes que se acerque, llega en cuestión de segundos a tocar tu puerta.
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